Paranoia de género * Decimos «la raza», femenino, y no estamos discriminando a los hombres.

@josegmunoz

Leo por varios rincones de la web que el 30 de abril se celebra el «día del niño y de la niña», cuando hace tiempo hablar de «los niños» solíamos entender que estaban incluidos los géneros masculino y femenino, pero ahora el feminismo impulsado por hombres y mujeres de vanguardia pretenden que en toda expresión se incluya de manera explícita a los dos géneros, so pena de quien se niegue podrá ser acusado de sexista y discriminador.    

En el Manual para el uso no sexista del lenguaje, un instructivo para ser utilizado por todo el personal de la Secretaría de Gobernación, coordinado por María Julia Pérez Cervera, se afirma que «nada de lo que decimos en cada momento de nuestra vida es neutro: todas las palabras tienen una lectura de género». Creo que es una afirmación temeraria que pondría en serio aprieto a los lingüistas porque hasta ahora algunas expresiones que quedan con vida y se refieren a ambos sexos están condenadas a desaparecer, no sólo de los diccionarios autorizados por la academia, sino de toda comunicación pública o privada.

La palabra hombre, dicen, no se refiere al hombre y a la mujer. Depende del contexto. Si se consulta el diccionario de la Real Academia Española se lee: 1. m. Ser animado racional, varón o mujer. 2. m. varón (ser humano del sexo masculino). 3. m. Varón que ha llegado a la edad adulta. 4. m. Grupo determinado del género humano. El hombre europeo El hombre del Renacimiento.  Me parecería aberración creer que una expresión como «la aparición del hombre en la tierra» se refiera sólo a 
hombres, a menos que se trate del dogma bíblico que refiere que Adán fue primero y luego se creó a Eva.

Decir «los esposos Rodríguez», a partir de la perspectiva de género, es discriminatorio de la mujer. Ahora deberemos decir «El esposo y la esposa Rodríguez». Me suena horrendo. Así, Oscar Lewis cometió una aberración al titular su novela «Los hijos de Sánchez», la que debió llamarse «los hijos y las hijas de Sánchez».

Si tenemos que citar género masculino y femenino hasta en los apotegmas, tendríamos que decir «La  perra y el perro son la y el mejor amiga y amigo de la mujer y el hombre», en lugar del clásico «El perro es el mejor amigo del hombre». Qué horror.

Muchos atribuyen a Vicente Fox la modalidad de incluir el género femenino en todos sus discursos. Nada más falso. En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, escrito por Miguel de Cervantes Saavedra, se aprecia en algunos capítulos esa característica. El «damas y caballeros» o «señoras y señores» de los presentadores de cantantes y bailarinas, magos o comediantes es más antiguo que el propio pintoresco ex presidente.

Amalia García, ha presumido haber impuesto el término «presidenta» cuando ejerció el máximo liderazgo en el Partido de la Revolución Democrática. Al principio, se escuchaba extraño, porque el significado de «presidente»  es «persona que preside», al igual que estudiante es persona que estudia, asistente, persona que asiste, etc., aunque el tesón con el que se impulsó el «femenino» de  «presidente» en México y otras partes del mundo, la Real Academia acepta que «presidenta» es mujer que preside.

Existen motivos sobrados para que el feminismo reclame algunos lugares comunes que denigran al género femenino. Reprocha el manual de referencia que «la lengua no sólo refleja sino que también transmite y refuerza los estereotipos y roles considerados adecuados para mujeres y hombres en una sociedad. Pensemos en lo que intentan transmitir frases cotidianas como ‘“vieja, el último”’, ‘“lo que valga una mujer, en sus hijos se ha de ver”’, ‘“si no me pega, no me quiere”’, o ‘“mujer que sabe latín, ni tiene marido ni tiene buen fin”’. De acuerdo, pero esos son ideogramas construidos con prejuicios y no todas las palabras son machistas ni denigran a la mujer.

Existen cientos de expresiones que se refieren al conjunto de hombres y mujeres, pero son palabras «femeninas». Decimos «la raza», femenino, y no estamos discriminando a los hombres. «La humanidad», femenino, también se refiere a hombres y mujeres.  Son palabras que incluyen ambos géneros y nada más. Las cualidades humanas se describen con palabras femeninas: belleza, inteligencia, prestancia, entereza, nobleza, generosidad, etc., y no se inventaron para denigrar al varón.

Se cuestiona que se utilicen estereotipos para los géneros, tales como que «en la futura madre o padre es común oír frases del tipo ‘prefiero una niña porque son más cariñosas’, ‘prefiero una niña para que me cuide cuando sea mayor’ o ‘prefiero un niño porque son más independientes’, ‘prefiero un niño para que lleve el negocio familiar’. Esto no es forma alguna «palabras discriminatorias», sino actitudes, 
costumbres que incluso propician las propias mujeres en el seno familiar.

El hogar, la escuela, los medios de comunicación y la calle estereotipan a las mujeres y los hombres, asignándoles roles preestablecidos y ahí sí se aprecia una detestable discriminación de género.  

Claro que hay mucho que componer en las costumbres de las sociedades y el machismo es una realidad en la mayor parte del mundo. Pero exigir que en toda expresión se incluya idea de feminismo, es, desde mi perspectiva, paranoia de género.

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