En voz alta. Reacción del Estado.

 “Frente a una acción, una reacción de igual magnitud pero de sentido contrario”, reza un axioma de la física, conocida como Leyes de Newton. Ese mismo principio es válido de aplicación para conservar el Estado de Derecho.
Esta mención viene a ser actual, cuando el viernes pasado, la Policía Federal liberó la Autopista del Sol, luego que maestros del estado de Guerrero rompieran el diálogo con el gobernador ANGEL AGUIRRE y, por la tarde bloquearan completamente esa vialidad que es el principal acceso entre la capital mexicana y el puerto de Acapulco, misma que por tercera vez en dos semanas la mantuvieran cerrada.
Al no atender el llamado que en tres ocasiones hiciera el “Comandante Espartaco” a los manifestantes para liberar la carretera e incluso abrir al menos un carril en cada sentido, 2 mil agentes federales iniciaron la maniobra y marcharon codo a codo –sin armas- únicamente protegidos con sus escudos, logrando replegar en 30 minutos, a alrededor de 3 mil manifestantes entre estudiantes normalistas y maestros de la Coordinadora Estatal deTrabajadores de la Educación del Estado de Guerrero (CETEG), quienes con palos, tubos, varillas y algunas bombas molotov, intentaron sostener su posición.

Después de esta reacción de uso de la fuerza pública del Estado mexicano, el visitador general de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero, JOSE HIPOLITO LUGO, dijo que el desalojo de la Autopista del Sol por parte de la Policía Federal se cumplieron los protocolos.
Es importante señalar que cuando la pusilanimidad, la política y el derecho son excepción, la corrupción y la impunidad se convierten en norma.
En este contexto el Estado mexicano se había vuelto rehén de intereses particulares; el gobierno se había doblegado a una serie de presiones que llevaban a la conservación de privilegios de grupos minoritarios.
Dirigentes magisteriales, disidentes con amplias porciones de la sociedad, se deleitaban con el ejercicio del amago o el chantaje del bloqueo por horas de una autopista, o bien, por días o meses de una plaza pública.
Aterraba la sola idea de mover un plantón. Ahora, desmantelando privilegios, retomando el ejercicio del poder del Estado, se les ha marcado un alto.
Parece ser que atrás ha quedado la extorsión y el chantaje. Al presente civilidad, política y derecho son la vía. Valdría decir que el Estado ha recuperado su horizonte.

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