Urge un Wikileaks en tiempo real.

@josegmunoz

Los enormes vacíos de información que se constituyen en el ejercicio del poder provocan el deseo incontenible de que se creen organizaciones ciudadanas comprometidas con la transparencia. Algo así como decenas de Wikileaks en manzanas, barrios, municipios, distritos, estados, federación, pero con mejores testimonios que los que nos regala la empresa de Julián Assange, pues las “revelaciones” de sus cables no nos ayudan a construir nuevas realidades, sino que en muchos casos sirven sólo para alimentar a los espíritus hambrientos de conspiraciones.

La segunda entrega de cables diplomáticos muestra unos 61.000 mensajes desde 1973 a 1976 que involucran a México, unos 2.600 reportes sobre las actividades del expresidente mexicano Luis Echeverría, y cerca de 1.200 informes relacionados con el también expresidente mexicano José López Portillo. Los temas más recurrentes entre las comunicaciones del Departamento de Estado con la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México eran la reacción en México por el golpe de Estado en Chile, la sucesión presidencial, las guerrillas, los medios de comunicación y varios análisis de los políticos más prominentes de México”, informa el diario El País.

Confirmar que Felipe Calderón se quejó con Estados Unidos que el venezolano Hugo Chávez promocionó con singular alegría a Andrés Manuel López Obrador durante la campaña electoral 2006, es inútil para la salud de la República. Si se hubieran hecho públicos los números de partidas y respectivas cantidades a cuentas bancarias de AMLO o su gente, otro gallo nos cantaría, porque de inmediato los defenestradores del tabasqueño estarían preparando la hoguera para acabar con su rival. Lo dicho por Wikileaks sobre ese particular, no mueve conciencias. Si existiera un Wikileaks autóctono bien posicionado, podría darnos una lista de los mecenas que dejaron de financiar el Movimiento de Regeneración Nacional, a punto de poner en riesgo su registro por falta de firmas.

En un país donde la transparencia es prácticamente inexistente, se requieren mejores evidencias para certificar si Luis Echeverría tuvo la intención de asesinar a su sucesor, José López Portillo. De Echeverría, con su fama de truculento, se puede creer todo, pero por esa misma causa se le pueden atribuir historias fantásticas y delirantes, en el entendido de que todas se creerán a pie juntillas. Su régimen fue sin duda uno de los que más exhibió la forma megalómana de gobernar un país. Era el gran “jefe de las instituciones nacionales”, como creo que sueña con serlo Enrique Peña Nieto. Pero la base para suposiciones de esa naturaleza es apenas un artículo que escribió el politólogo Daniel Cosío Villegas y los rumores de ese momento, que llegaron y contagiaron de paranoia a la colectividad colectiva mexicana y de paso al embajador norteamericano Joseph J. Jova.

¿Sirve de algo esa “revelación”? Podría ser, si una información de esa naturaleza fuera una prueba contundente para rectificar injusticias. Pero si la Fiscalía Especializada para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, creada para formarle juicio a Echeverría no conformó una dura cadena de pruebas contundentes que demostraran que Echeverría fue un genocida, un cable donde un embajador comunica sus apreciaciones sobre lo que trama en su cabeza un presidente, es menos que nada. Sirve sólo a los devotos de complots.

Un Wikileaks de estos días, en tiempo real y omnipresente, podría darnos a conocer la realidad de los entretelones del caso News Devine. Por ejemplo, fue denunciado hasta la saciedad en la mayor parte de los medios que el en ese entonces jefe de la policía capitalina, Joel Ortega, estaba recorriendo restaurantes y discotecas demandando de cada propietario 100 mil pesos y a los que se negaban, se les aplicaba un “operativo” en que se sembraban las”pruebas” y convertían los próximos meses del infeliz dueño en un infierno. Hay testimonios de este modus operandi.

Podríamos pedir –yo al menos– de este hipotético Wikileaks que Miguel Mancera responda si Joel Ortega le sabe algo, porque jamás se le enfiló juicio alguno por su evidente responsabilidad en los actos criminales que provocaron la muerte de nueve jovencitos y tres policías en junio de 2008, además de otorgarle el puesto de director del Sistema de Transporte Colectivo (Metro).

Los grupos que controlan el poder gobiernan con base en manuales que aconsejan utilizar grandes distractores en tiempos de crisis. Es innegable que hoy el gobierno federal pasa por una crisis existencial en la que el discurso cotidiano choca con la realidad. Está inmerso en un laberinto lleno de lodo del que no haya cómo salir. Enrique Peña Nieto concertó con cinco partidos la Reforma Educativa, pero dejó fue de la mesa a una minoría rijosa que pone en entredicho la capacidad oficial de aplicar el Estado de derecho. Maestros no afiliados a las órdenes corporativas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación exigen diálogo y violentan derechos de terceros para lograrlo. Y justo en el la cresta de de la ola, surge una especie de superhéroe institucional que salva la vida de dos honestos políticos, Ricardo y David Monreal.

Ambos, son hermanos. Los dos, feroces opositores de Peña Nieto. Uno, David, es senador. El otro, Ricardo, diputado federal. Uno y otro son agudos críticos del grupo priísta del poder, pero “sin importar su filiación política”, fueron salvados por el súper Cisen y la Superprocuraduría General de la República. Que para eso está: amparar a los desvalidos, aunque denuesten al presidente con sus arengas. Pero hubo 4 mil 249 homicidios dolosos en el primer cuatrimestre de 2013, que no pudieron ser salvados, según informe oficial de la también Supersecretaría de Gobernación…

Yo le pediría al Wikileaks de nuestros sueños que la PGR y el Cisen deshebren la madeja con más calma e informen qué estaba haciendo el Cisen para haber captado las conversaciones de sicarios que matarían a los hermanos Monreal. ¿Espiaba a los sicarios o a los políticos adversarios? Hasta ahora, el caso más oscuro de la administración de Enrique Peña Nieto, la muerte de Paulette Gebara Farah, está más claro que el de los hermanos salvados. No hay nada que documente intercambio económico ni lazos sentimentales deshechos ni rebatiña por fortunas ni grabaciones de voces comprometedoras. Nada hasta ahora se ha dado a conocer.

Otra “revelación” de espanto: “La Embajada de Estados Unidos en México reportó en 2009 que el gobernador del Estado de México (Edomex), Enrique Peña Nieto, recibió una cobertura mediática extraordinaria de la empresa Televisa; que protegió a su antecesor, Arturo Montiel, de las acusaciones de corrupción; y que habría tomado presupuesto público del estado para su campaña por la Presidencia de México”, dice el sitio Aristegui noticias. ¡Por Dios!, esto se dijo antes y después de la candidatura de EPN hasta el la misma Televisa, sin que se registraran repercusiones.

Lo dicho: urgen Wikileaks locales.

 

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