Al menos en este país, así sucedió, los dinosaurios del partido tricolor jamás en sus medio siglo de existencia se atrevieron a abrirles las puertas a los centros de apuestas, y aun cuando la propuesta estuvo muchísimo tiempo en la mesa, nunca dieron su brazo a torcer, como que sabían todas las bemoles que el asunto traía implícito, en pocas palabras una degeneración de la sociedad que ponía en peligro la gobernabilidad.
Pero los panistas, en especial los que llegaron al poder con Fox y Calderón (que no son los mismos que los iniciadores de ese partido), se vieron seducidos por todas las bajas pasiones que circundan al poder, la avaricia, la lujuria, esa ambición desmedida que les hizo aprobar una apertura total a los casinos, algo que ni USA se ha atrevido.
No estudiaron las consecuencias, ni siquiera les importó. Llenaron sus bolsillos hasta que los rebalsaron y ese fue uno de los factores determinantes de que la gobernabilidad y la seguridad de México, se fuera por el caño.
Monterrey, Nuevo León se volvió el centro neurálgico de este nuevo negocio, y “coincidentemente” la tranquilidad también se fue por la borda. Nuevo León llego a tener más del doble de los casinos que existían en la capital y el PAN local descaradamente hasta la semana pasada apoyaba irrestrictamente al principal casinero, Juan José Rojas Cardona, quien a punta de billete soñaba con meter mano en la próxima sucesión estatal del 2015 apoyando a su favorita, la alcaldesa de Monterrey Margarita Arellanes, esa misma funcionaria que clausuró los negocios de toda la competencia de Rojas Cardona, mientras se hizo de la vista gorda con los del llamado Zar.
El Dinosaurio despertó de su sueño y se dejó ir con todo en contra del atrevido, emprendieron un operativo para clausurar todos sus 26 casinos. En Monterrey, Nuevo León, fueron cerrados Palmas Cumbres, Miravalle y Plaza Sun Mall.
En Cancún el Playboy en plena zona hotelera. Pero la tarea no acaba aun, hay decenas de hechos de sangre en que se involucra directamente al Zar de los casinos, el principal de ellos, el incendio del casino Royale, pero de ninguna manera el único, al mismo Rojas lo atacaron a balazos en la exclusiva zona valle, donde quedó abatido su guardaespaldas, otro de sus competidores fue ejecutado cuando descendió de su camioneta blindada por un café.
El crimen no podía estar alejado de este jugoso negocio, y hoy el zar se ha convertido en prófugo por decisión propia, puso pies en polvorosa, sabedor de que sin el flujo de efectivo que provenía de sus 26 casinos se convertirá en perseguido natural de un aparato judicial, que en su momento lo apoyó de manera irrestricta amparándole sus centros de apuestas para que operaran legalmente (valga la paradoja) pero al margen de la ley.
Hoy se sabe que el Zar hace uso de esa ciudadanía americana y a pesar de que en ese país es buscado por narcotraficante se va a Canadá pensando que en ese lugar no lo alcanzará el largo brazo de la ley…esperemos que esté equivocado.