En voz alta

gerardo viloriaEn días pasados el Distrito Federal sufrió el más grave acto de amotinamiento suscitado en la ciudad.

Nueve horas de enfrentamiento y 101 policías heridos, dos de ellos en estado de coma, es el saldo del choque entre habitantes del pueblo de San Bartolo Ameyalco y elementos de la policía capitalina.

El jueves pasado, más de mil granaderos acudieron al poblado para reforzar los trabajos que realiza el Sistema de Aguas del Distrito Federal.

Sin embargo, los habitantes frente al argumento que el jefe delegacional en Álvaro Obregón, LEONEL LUNA, autorizó que ciertas empresas se abastezcan del manantial de la zona  para llevar el agua al área de Santa Fe y Cuajimalpa; y, bajo la afirmación que esa fuente es insuficiente para abastecer a todos, impidieron se hiciera una perforación  para instalar el tubo hídrico.

Autoridades de dicha delegación señalan que detrás de este conflicto están representantes de pipas de agua potable que venden sus servicios hasta en mil 200 pesos por unidad, debido a la escasez del líquido que prevalece en el lugar.

No obstante ello, los vecinos determinaron emprender acciones en defensa de su agua. Así, amotinados atacaron con palos, piedras y bombas Molotov a elementos de la fuerza pública, golpeando y reteniendo a algunos de ellos.

El momento álgido del conflicto fue transmitido, profusamente por la televisión.

En un pronunciamiento público colectivo -que tuvo la presencia de los pueblos de Santa Cruz Acalpixca, San Lucas Xochimanca y Santa Cruz Xochitepec, la Coordinación de Pueblos y Barrios Originarios de Xochimilco se “solidarizó” con los habitantes de San Bartolo Ameyalco.

Aseguró que “la intención de despojar a los pueblos originarios de sus fuentes de agua” no es exclusivo de Álvaro Obregón pues también se pretendió llevarse el agua de los manantiales de Acalpixca.

Sin duda, el caso de Ameyalco –como en muchos otros donde se han dado enfrentamientos de pobladores con representantes del orden- muestra que existen oscuros intereses y, de igual manera, que el respeto por la autoridad está ausente.

Lo igualmente delicado es, la concurrencia de condiciones para que la irritabilidad social se exteriorice.

Por el bien de México, habrá que superarlas.

gviloria@imagenpolitica.com

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