En voz alta

gerardo viloriaPor: Gerardo Viloria

El tema de la marihuana ha vuelto a la escena pública.

Bajo la tesis que cada persona tiene el derecho de elegir como quiere llevar su vida, que el estado debe respetar la decisión del ciudadano sobre las sustancias que decida utilizar, que tiene propiedades terapéuticas, que en EU se está legalizando; hay quienes desean despenalizar el empleo de la marihuana en México, argumentando que además de los supuestos señalados, se lograría erradicar a las mafias relacionadas con el narcotráfico,

Con este enfoque, su propósito es el de regularizar y legitimar cultivo, producción, trasiego, transporte, distribución, comercialización, exportación y consumo.

Ahora bien, reiteradamente hemos señalado que en política no existe la casualidad.

Bajo este contexto es necesario reflexionar ¿por qué de un momento a otro el tema de la legalización de la marihuana en América Latina y en nuestro país está a todo vapor?

¿Por qué ha ocupado la atención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), de algunos grupos económicos, así como de partidos políticos en búsqueda de su despenalización?

¿Por qué el debate sobre la política de drogas, tiende a ser dirigido por las castas doradas, la élite, en lugar de ser una cuestión de la opinión popular?

Es necesario señalar que las propuestas de reformas sobre la legalización de la marihuana sigue siendo una realidad lejana para muchos mexicanos, utilizando el sustantivo, viene a ser una “marihuanada”.

Las encuestas han mostrado durante años que una mayoría de la población no quiere un país de gente drogada por lo que se opone a la legalización total de la marihuana.

En un libro, recién publicado, intitulado En la niebla de la guerra, de ANDREAS SCHEDLER, señala que “Una cuarta parte de los encuestados (mexicanos) piensa que el delito de narcomenudeo debe ser castigado con cadena perpetua”.

Entonces, la pregunta es: ¿por qué ese repentino y precipitado interés, y la defensa a ultranza? Motiva también sospecha la prisa con la que se pretende aprobar la legalización de esa planta.

Es importante advertir que desde hace tiempo se perciben poderosos intereses externos, moviéndose “en las sombras”, los cuales han proyectado a la sociedad una serie de falsedades con las que intentan obtener la probable decisión oficial de legalización.

El magnate, multimillonario, especulador financiero, GEORGE SOROS y su Open Society Foundations se han vuelto actores claves en el tema.

El húngaro-estadounidense resonó en el debate sobre el cannabis en Uruguay, tras conocerse que Open Society financió una campaña a favor de la ley que convirtió a ese país en el primero en legalizar el comercio de la droga.

Fundada y presidida por SOROS, Open Society financia también grupos que impulsan cambios en la estrategia sobre cannabis en la región y Estados Unidos, incluida la Comisión Global sobre Política de Drogas que integran los expresidentes FERNANDO HENRIQUE CARDOSO (Brasil), ERNESTO ZEDILLO (México) y CÉSAR GAVIRIA (Colombia), entre otras personalidades.

Open Society ha sido un actor muy clave dando apoyo a grupos de la sociedad civil que buscan promover una apertura” en la política de drogas, le dijo a BBC Mundo, JOHN WALSH, un experto de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), que también recibe donaciones de la fundación de SOROS.

Open Society invierte unos 34 millones de dólares en América Latina y 10% de ese total se destina a la temática de las drogas, financiando organizaciones en la región que impulsan cambios de política y tejiendo contactos entre ellas, informó su director regional.

En Estados Unidos uno de los grupos que recibe ayuda de la fundación de SOROS es la Drug Policy Alliance, que impulsó la legalización de la marihuana en Colorado y Washington y envió una experta a Uruguay durante el trámite de la ley.

Por si lo anterior fuera poco, DAVID ROCKEFELLER, es otro magnate estadounidense interesado en ésta temática, según ha revelado el senador uruguayo PEDRO BORDABERRY, del opositor Partido Colorado.

Es obligatorio señalar que Holanda, «emblema» utilizado generalmente para defender la despenalización de drogas, está revirtiendo su errada decisión de consentir el consumo de la marihuana.

El uso «permitido» de marihuana en los coffeeshops holandeses fue disminuido de 30 a 5 gramos y se planea prohibir -en el mediano plazo- por completo su uso, ya que, no sólo no ha resuelto el problema de la adicción y el narcotráfico en ese país, sino que degradó la salud de los adictos y deterioró la convivencia social.

Aún más, el fracaso de la despenalización a nivel mundial puede observarse en cada uno de los países en los que se planteó. Baste ver lo sucedido en España, donde literalmente se «perdió» toda una generación por culpa de los estupefacientes.

Hoy en día, los funcionarios españoles responsables de esta política aseguran que, si pudieran volver el tiempo atrás, no permitirían nuevamente que se despenalice el consumo.

En conclusión. Nadie en su sano juicio puede creer realmente que la despenalización del consumo de drogas termine con este flagelo, sino todo lo contrario.

Por otra parte, es difícil imaginar que los actuales «barones» de la droga dejarán el negocio de lado sólo porque se legalice el consumo de estupefacientes.

Finalmente, hay prioridades en el país; el tema de la cannabis no debe distraer a los mexicanos.

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