En voz alta

Por: Gerardo Viloria
Si bien mucho se ha discutido y escrito sobre el tema, es conveniente precisar lo siguiente:
Un juicio concluye cuando el juzgador o conjunto de ellos emite sentencia, bien sea ésta condenatoria o absolutoria; entonces se pude afirmar que estamos frente a un “caso cerrado”.

Esta expresión, la utilizó –la semana pasada- el titular de la PGR, JESÚS MURILLO KARAM, respecto a la decisión emitida por los ministros de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en relación a la causa de la francesa FLORENCE CASSEZ.

En torno a este dictamen, donde quedó liberada la ciudadana gala acusada de secuestro, el 83 por ciento del colectivo nacional, lo dicen las encuestas, se siente indignado, agraviado, ya que nunca probó o fue declarada inocente y, a pesar que su sentencia era de 60 años, sólo purgó siete, por lo que siempre será considerada una secuestradora en libertad.

Si es verdad que conforme a estricto derecho el resolutivo “liso y llano” de los ministros de la Corte –de dejar en libertad a CASSEZ- fue el correcto en razón de los errores y anomalías para cumplir con el debido proceso de la ciudadana francesa, igualmente, hubiera sido una decisión conveniente para todos y sin lastimar a las víctimas, optar por el amparo “para efectos”, que hubiera regresado el caso al tribunal unitario para que se “limpiaran” las pruebas viciadas y se abriera nuevo proceso. Ése hubiera sido fallo imparcial y de justicia.

Por el veredicto dictado, hubo satisfacción y alegría en Francia; frustración y decepción en México, ya que los clamores y reclamos de las víctimas de nada sirvieron al colocar a una delincuente en la impunidad.

Por otra parte, la percepción extendida de complicidad-impunidad que otra vez prevalece, se nutre por el nulo cuidado en las formas, ya que fue obvio que se tenía previsto el veredicto absolutorio de la SCJN, al disponer los abogados de FLORENCE, incluso con los pasajes y asientos de avión, que la llevarían de regreso a Francia.

Más aún, el operativo realizado por las fuerzas del orden para trasladar a la francesa FLORENCE, fue mayúsculo, ofensivo; cómo, por qué y quién, decidió violentar el derecho de tránsito a todos aquellos que la tarde del miércoles reciente se cruzaron por azares del destino con el convoy de resguardo policiaco con el que fue trasladada la francesa desde el reclusorio femenil de Tepepan hasta los hangares del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).Además, no se guardaron las formas administrativas regulares para cualesquier común que pretenda viajar fuera de nuestro país; llevarla hasta la escalerilla del avión, fue un exceso. Nuestras autoridades le dieron trato especial de vencedora.

¿FLORENCE CASSEZ fue culpable o no? Nos quedamos con la duda. Salió por errores de un mal gobierno calderoniano y una pésima impartición de justicia.

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