El derecho a la autodestrucción: una aberración

@josegmunoz

Justo cuando el punto principal de atracción mediática está en la descomposición de la convivencia social en Michoacán, donde el cártel autodenominado Los Caballeros Templarios ha sentado sus reales en casi todo el territorio de la entidad, extorsionando a autoridades locales a las que se exige una especie de laissez faire, laissez passe (dejad hacer, dejad pasar) para el libre tránsito y comercio de la droga, cobrando cuotas de paso a agricultores, ganaderos, transportistas, profesionales con consultorio, comerciantes de cualquier giro, restauranteros y colocando retenes a las entradas de poblados, un selecto grupo de notables, entre quienes se encuentran secretarios de Estado, impulsa la legalización del consumo la mariguana, como fórmula mágica para acabar con la inseguridad que flagela varios estados de la república.

El momento es más que oportuno, pues el regadero de cadáveres en varios estados del país, la cada vez más numerosa desaparición de personas de todas las edades, el aumento de la comisión de delitos de delitos de alto impacto introyecta en el ánimo social una gran dosis de miedo, lo que crea por default las condiciones para vender la idea de que la solución está en legalizar el consumo de la mariguana como fórmula mágica para acabar con buena parte de los males que nos quejan como sociedad.

El primer argumento que se escupe es que el individuo es libre de determinar qué hacer con su cuerpo y se defiende su “derecho humano” de consumir lo que le venga en gana, como si este acto individual no repercutiera en el detrimento de los derechos de otros seres humanos que nada tienen qué ver con esa “decisión de autonomía soberana”. Los ejemplos más visibles de ese efecto multiplicador lo tenemos en el tabaco, que se convierte en problema de salud pública, que obliga a los gobiernos a erogar miles de millones de pesos (que aportan los ciudadanos con sus impuestos) en recomponer las distorsiones de esas “decisiones soberanas”. Otro tanto se puede afirmar sobre la ingesta de comida y alcohol, por citar los ejemplos más representativos.

Otra explicación de quienes favorecen que se autorice el consumo de esta planta es que es medicinal. En el sitiohttp://www.saludymedicinas.com.mx/centros-de-salud/salud-mental/articulos-relacionados/marihuana-droga-o-medicina.html se lee:
“Aunque existieron cientos de documentos favorables sobre el uso medicinal de la marihuana entre la comunidad médica occidental, como los trabajos del doctor escocés W. B. O’Shaunghnessy (1841) o del francés Jacques-Joseph Moreau (1845), a principios del siglo XX se inició la descalificación de la planta por atribuírsele efectos adversos.

“Ello inició en 1923, cuando se reportó baja productividad de los mineros sudafricanos que utilizaban el cáñamo índico, en tanto que al año siguiente, durante la Segunda Conferencia Internacional del Opio, se clasificó a este vegetal como narcótico, cuyo consumo tendría que regularse. Finalmente, Inglaterra prohibió su uso en 1928 al considerarlo «planta peligrosa»; la misma resolución adoptó Estados Unidos en 1937 e, igualmente, la OMS y sus naciones miembro en 1948”.

 Continúa: “Efectos en el organismo El principio activo de la marihuana es el tetrahidrocannabinol (THC); la concentración de dicha sustancia depende directamente de la parte de la planta, siendo más frecuente en flores y hojas, menor en tallos y casi inexistente en raíces y semillas. Las primeras son las más empleadas por sus consumidores, previamente secadas y picadas finamente para elaborar cigarrillos que a la postre serán fumados.
“Se sabe que el TCH disminuye la actividad cerebral a la vez que estimula los llamados «circuitos de recompensa» o sistemas neuronales que provocan sensaciones de placer. Produce un estado de ensoñación en el cual las ideas parecen inconexas e incontrolables, desencadena pérdida parcial de la sensación de tiempo y las percepciones espaciales pueden distorsionarse y exaltarse, a la vez que las imágenes son más brillantes y los colores más acentuados; también puede aumentar el apetito”.

 Una tercera razón que exponen es que se disminuiría la violencia, porque los narcotraficantes ya no serían delincuentes, sino empresarios dedicados a la producción de un artículo integrado a la cadena de oferta y demanda. Con este razonamiento, entonces, la propuesta de legalización de productos tóxicos se podría extender a la cocaína, la morfina, el opio y toda sustancia que altera el estado normal de la conciencia, por la mariguana es apenas el 20 por ciento de las drogas ilícitas que se consumen 500 mil adictos en México.

 La violencia, se ha dicho hasta el cansancio, no sólo se da en función de la competencia entre cárteles por las plazas en las que se disputan la supremacía. La delincuencia organizada ha creado un estado paralelo. Una especie de fractal del Estado moderno que trabaja a base de “concesiones”. En el Estado legal se concesiona desde un puesto ambulante en esquina productiva hasta la proveeduría al gobierno, en cualquiera  de sus niveles, pasando por el transporte público. Así, los criminales adjudican “derechos” exclusivos para dedicarse a secuestros, extorsiones a establecimientos, trata de personas, lenocinio pornografía infantil y otras aberraciones a quinjes mejor pagan. Cuando otros delincuentes se niegan a someterse al “gobierno” de un cártel, es cuando se dan las manifestaciones de guerra entre ellos. La guerra por la mariguana es un “mito genial”, como dijera Pedro Aspe Armella, uno de los impulsores de la legalización.

 Pese a todos los argumentos en contra, parece inminente que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal legalice el consumo de la canabis, aunque falta conocer detalles sobre la modalidad. Al respecto, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, sólo dio luz verde al debate, aunque en política se tiene por sentado que cuando el jefe no se opone de manera directa, como lo hizo Marcelo Ebrard en su momento, la señal es que se debe seguir adelante con el proyecto, bajo la premisa de que lo que no está prohibido, está permitido.

 El analista del Grupo Milenio, Ciro Gómez Leyva, calcula que en noviembre de este año podrá aprobarse en alguna modalidad el consumo de la yerba.

“¿Cuál sería el momento? Puede estar tan cerca como el periodo de sesiones que comienza en septiembre. Cuando termine agosto, y luego de varios foros, el tema podría considerarse suficientemente debatido. Y si es verdad, como expresó ayer Granados (y en cierta forma ha expresado también el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera), que se quiere pasar a una política que privilegie el derecho a la privacidad, no criminalice el consumo y no castigue a personas cuya salud se trata de proteger, el otoño sería un muy buen momento para ir al frente”, publicó el jueves 1 de agosto”. 

Así, comenzaría en México el ejercicio de un nuevo “derecho humano”: el de la autodestrucción.

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