Con la muerte de Mike Oconnor, el 29 de diciembre del 2013, quien fuera digno representante de la libertad de expresión, al frente de CPJ (comité de protección a periodistas) en México, se siguen viendo frustradas mis esperanzas de que el gobierno de USA primeramente admita su enorme responsabilidad en la represión a los periodistas y en consecuencia colabore en paliar al menos en parte la catástrofe que han sufrido las familias de tantos compañeros muertos, desparecidos o encerrados por funcionarios corruptos coludidos con la delincuencia.
Otra sensible baja fue la del periodista premiado, Don Miguel Ángel Granados Chapa, que en más de una ocasión platicó conmigo sobre el tema. Una de ellas fue en la mega marcha de periodistas que partió del ángel a Gobernación en el 2010, en donde Granados a pesar de su estado de salud y ayudándose con una sillita plegable, estuvo presente y proponía hiciéramos un alto precisamente en la embajada americana y en la PGR, en donde su Fiscalía para proteger periodistas es tan solo un elefante blanco, aún hasta nuestros días, en que la dirige con desacierto y sin resultados Laura Borbolla.
En esas conversaciones con Mike y con Don Miguel Ángel concordamos en que lo menos que podíamos exigir es un seguro de vida para periodistas en riesgo que por lo menos en caso de alguna baja proteja a las familias que quedan en el total desamparo sin que nadie los tome en cuenta. Lo peor es que son tantos, que el tema ya ni siquiera es nota y por ello no se nota (valga la redundancia).
El colmo del cinismo, fue la asistencia al memorial de Mike Oconnor del mismísimo embajador americano que dejo en el libro de firmas un recado que es como su política. Un garabato que llena espacio… Pero que nadie entiende.