*Los gobernantes y políticos que no aprenden ni entienden las nuevas formas de comunicación, se exponen al ridículo y exhiben su ignorancia. El gran reto de la nueva etapa de la comunicación está en la tentación del poder por confundir en la información y no reconocerse obligados a cierto estándar de veracidad. El viejo modelo de comunicación gubernamental ya no funciona.
*La rendición de cuentas y la transparencia del ejercicio público, como elementos insustituibles de la democracia, no se cumplen sin una política de comunicación oportuna y eficiente.
*Todos los medios electrónicos o escritos que cumplan mínimos de penetración o circulación y seriedad de contenido, son importantes y necesarios. No hay prensa grande ni chica. Los programas de radio o de televisión, así como la prensa nacional, estatal o regional, llenan un espacio determinado de la sociedad y, por tanto, cumplen su función social.
Mario Alberto Falcón Correa
Con el vertiginoso avance de la tecnología y la multiplicación de las plataformas informativas, el reto de comunicación que enfrentan los distintos niveles de gobierno y las instituciones públicas, es mayúsculo, como sucede hoy en día con el gobierno actual.
Esta complejidad en la comunicación gubernamental se debe en buena medida a una explosión del pluralismo en la sociedad, generado por el aumento de la información y acceso a ésta, pero también a la desinformación y a la manipulación.
El pluralismo político y social aumenta la insatisfacción e indignación de las personas, aunque no siempre sea por motivos correctos, al carecer de información adecuada.
El imperio del boletín se extinguió. La era de los Jefes de Prensa improvisados también concluyó.
Los gobernantes y políticos que no aprenden ni entienden las nuevas formas de comunicación, se exponen al ridículo y exhiben su ignorancia.
El gran reto de la nueva etapa de la comunicación está en la tentación del poder por confundir en la información y no reconocerse obligados a cierto estándar de veracidad.
El viejo modelo de comunicación gubernamental ya no funciona.
Se debe cambiar el paradigma actual de comunicación política y gubernamental; superar la verticalidad de informar para tener una acción multidimensional.
Ya pasamos de un modelo donde el funcionario dictaba una política y ya. Hoy, desde la toma de una decisión hasta su implementación, implica múltiples actos comunicativos, en los que participan muchas personas.
POLITICOS, COMUNICADORES Y MEDIOS
Carecer en estos tiempos de un modelo, de una estrategia y de una política de comunicación, es navegar sin brújula, a ciegas.
Hasta hace pocos años, entendieron los políticos y los gobernantes, la importancia de la comunicación con la sociedad.
La retórica política como instrumento de información perdió su validez ante un vertiginoso avance de las herramientas informativas.
Los nuevos tiempos de la comunicación plantearon cambios necesarios en la actitud de los políticos, definieron la imagen del comunicador eficaz y establecieron el perfil de los medios.
La rendición de cuentas y la transparencia del ejercicio público, como elementos insustituibles de la democracia, no se cumplen sin una política de comunicación oportuna y eficiente.
El nuevo escenario exige cambiar el paradigma vertical que se tenía de la comunicación de la administración pública hacia la sociedad, lo cual es un mero acto informativo y generar un intercambio y diálogo que se retroalimente.
La comunicación política o gubernamental, para ser eficaz, requiere de un profesional con conocimientos en diferentes áreas.
Esta importante tarea no puede ser encargada al compadre, al amigo, al reportero fracasado o al periodista favorito como ocurrió en el pasado y sucede todavía en la actualidad.
La titularidad del área de comunicación política o gubernamental, debe ser manejada por quien tenga conocimientos de los medios de comunicación, pero sobre todo, desarrolle sensibilidad política; que tenga el olfato fino para llevar la información debida a la persona o comunidad adecuada.
Los medios son el canal eficaz de conducción del mensaje político o de gobierno, pero también la fuente de las reacciones de la sociedad.
Todos los medios electrónicos o escritos que cumplan mínimos de penetración o circulación y seriedad de contenido, son importantes y necesarios. No hay prensa grande ni chica. Los programas de radio o de televisión, así como la prensa nacional, estatal o regional, llenan un espacio determinado de la sociedad y, por tanto, cumplen su función social.
La creatividad y el profesionalismo de los Jefes de prensa, directores de comunicación o coordinadores, es el eje de una buena relación entre gobernantes y gobernados.
POLITICA DE COMUNICACIÓN
Pocos, muy pocos políticos pueden ufanarse de ser, por sí mismos, eficaces proyectadores de su imagen o de su quehacer político o gubernamental.
Hay quienes no necesitarían de un sistema de comunicación política como Adolfo López Mateos, Carlos Hank González o el propio Andrés Manuel López Obrador en la actualidad, pero son excepciones, no la generalidad.
Resulta extraño el descuido de esta área en la administración de Alfredo del Mazo Maza, puesto que en el gobierno de su padre, Alfredo del Mazo González, se diseñó una política de comunicación gubernamental con metas y objetivos claros y a la que se le daba seguimiento puntual por parte del doctor Carlos Almada López y del coordinador David López Gutiérrez.
El resultado de este ejercicio estuvo a la vista con la precandidatura a la Presidencia de la República.
A la vista de los resultados recientes, no se puede pasar por alto que en los últimos años, la comunicación del gobierno y la administración pública no ha logrado sus propósitos.
La comunicación de la administración pública debe ponerse el día. Debe tomar en consideración a la población y abandonar su posición como informador anónimo, generador de boletines.
Ahora se trata de un proceso de comunicación entre instituciones y sociedad, y viceversa, para que los gobiernos e instituciones públicas tengan mayor efectividad en sus actividades de comunicación.
El propio Presidente Enrique Peña Nieto, tardíamente, reconoció que en momentos clave de su administración, como el tema de la “casa blanca” o la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y otros, la falla en la comunicación fue irreparable.
Cambiar el modelo de comunicación política o gubernamental es un imperativo. El cómo y con quienes, es el reto.