En Voz Alta

*Por heredad de terruño y ética: Oaxaca y mi padre, soy abogado.
gerardo viloria

Por: Gerardo Viloria

Aprendí del ejemplo de Juárez, de mi progenitor y de mis Maestros de la Facultad de Derecho de la UNAM, el irrestricto respeto a la ley, por lo que nadie debe hacer justicia por su propia mano.

Señalo lo anterior tras los últimos acontecimientos sucedidos el miércoles 21 en Ameyalco, Distrito Federal donde hubo 101 policías heridos; y el linchamiento de dos uniformados en el pueblo de Tlalamac, municipio de Atlautla, en el Estado de México, el martes 27.

En el primer caso, los habitantes del pueblo de San Bartolo Ameyalco, correspondiente a la delegación de Álvaro Obregón, en un nivel de violencia que no se había observado en la capital del país, se enfrentaron durante nueve horas a un operativo de mil 500 granaderos quienes llegaron a garantizar la obra hidráulica a la que se opone la mayoría del pueblo ya que se pretende llevar el agua de su manantial hacia Santa Fe.

En el asunto de Tlalamac luego que en una operación contra talamontes policías dieron muerte a un civil, estos fueron desarmados y llevados por los pobladores a la delegación de Tlalamac, donde dos agentes fueron masacrados al enterarse que un vecino había fallecido.

Ahora bien, sin que sirva de excusa y sin tomar en cuenta los intereses que motivaron los enfrentamientos de los pobladores con los representantes del orden, en ambos casos existen sociológicamente similitudes.

Una de ellas, injusticia desde el poder y deterioro de confianza hacia las autoridades. Otra, sentimientos de abandono, repudio y coraje. Y, la más delicada y peligrosa: encono y franco desafío hacia la autoridad.

La violencia social no es biológica, desafortunadamente en nuestro país la irritación social ha ido en aumento. El pueblo se advierte desplazado de las decisiones que le afectan.

Se siente ultrajado en los ámbitos de justicia, de su economía familiar y en su seguridad personal y patrimonial.

En este contexto, valgan tres ejemplos más.

Durante la última semana de febrero se registraron tres intentos de linchamientos en tres municipios del Estado de México.

Uno de ellos se observó en el municipio de Los Reyes La Paz, donde habitantes de San José de las Palmas capturaron a un hombre acusado de asaltar a choferes de la línea del transporte público Pegaso con quienes se enfrentó a balazos, motivo por el cual intentaron lincharlo; sin embargo, fue rescatado por policías municipales y presentado ante el agente del Ministerio Público.

Un día antes el jueves 27, en Naucalpan, cerca de 300 enardecidos habitantes de San Francisco Chimalpa, detuvieron y golpearon a dos hombres, los cuales posteriormente, fueron amárralos en los pilares del quiosco del centro de la comunidad e intentaron lincharlos al identificarlos como los responsables de una serie de robos a comercios y extorsiones.

Al intentar rescatar a los delincuentes, vecinos inconformes abalanzaron piedras a granaderos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, quienes repelieron la agresión con gases lacrimógenos.

Finalmente el miércoles 26, en Ecatepec un ladrón fue golpeado y arrojado de un microbús en movimiento por los pasajeros tras intentar asaltarlos en la colonia San Agustín Primera Sección.

Urge evitar que estas situaciones se incrementen. Es apremiante impedir que el encono continúe. La rebeldía de un pueblo explota, no cuando es pobre, sino cuando advierte que se ha roto el camino que lo comunica al progreso.

gviloria@imagenpolitica.com

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