Ejercicio del Poder

gerardo viloriaPor: Gerardo Viloria

Extraviado en los arcanos de la historia el origen filogenético del lenguaje, hemos de construir una poética leyenda que describa la creación de la palabra:

En el soplo mismo de  aparición el verbo fue acariciado por el murmullo de la noche y el frescor de la mañana.

Fue como luz que aparece, como lluvia que cae, como un algo intangible que perfuma el ambiente y como el canto que encierra lo sublime en la tierra; así fue el nacimiento, la creación de los dioses.

El venero del alma, apareció con suavidad y calma, como dulce aroma que enaltece a los seres.

Brotó como un algo que mueve, como un algo constante, como eje del mundo, con acordes que eternos cantarán por la tierra.

Ahora bien, en ese yo, perfil de aspiraciones, anhelos y proyectos, para dar oídos a los palabreros originarios de Bolivia, Colombia, Chile, China, Ecuador, España, Estados unidos de América, Italia, Japón, Nicaragua, México y Venezuela, acudí al II Encuentro Internacional de Escritores Indígenas.

Su cruce, “el territorio húmedo”: Tabasco, espacio de los olmecas, creadores de la cultura más antigua de Mesoamérica.

En ese sitio del territorio nacional, reconociéndose unos a otros, desentrañando el sonido del tiempo, rompieron el silencio.

Su anfitrión, el recto gobernante de Tabasco, ARTURO NUÑEZ JIMENEZ.

Con gran querencia de su pueblo, con sentido innato, entretejiendo rituales de culturas, confirmó la hospitalidad de ese suelo; sus palabras fueron hilvanando los destinos.

La voz de JAVIER LOPEZ SANCHEZ, el maya-tseltal, superior del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, preservador de las lenguas originarias, fue, entre sus debidos, como lluvia cuando fecunda la tierra.

Sin afán de lograr notoriedad, los literatos indígenas sin concebirse autores de los textos, sino portavoces de los parlamentos que pertenecen a la comunidad, con testimonio del universo mostraron con orgullo su propia cosmovisión del pasado y, así, sobrevino el encuentro de la palabra poética.

La relación del poeta con las palabras no es conceptual, se enamora de ellas por su sonido.

En este sentido, el habla fue vivificante; corrió como terso ritmo anhelante de un planeta mejor.

Allí, evoqué un poema de Nezahualcóyotl: No acabarán mis flores/no cesarán mis cantos. Yo cantor los elevo/ se reparten, se esparcen.

Y otro más, que relata: Tu idioma es la casa de tu alma. Ahí viven tus padres y tus abuelos. En esa casa milenaria/hogar de tus recuerdos/permanece tu palabra. Por eso/no llores la muerte de tu cuerpo/ni llores la muerte de tu alma; tu cuerpo/permanece en el rostro de tus hijos/ tu alma/ eternice en el fulgor de las estrellas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *