Instrucciones Para Vivir en una Urbe

Renzo Nervi

 

Por las calles de este pañuelo de urbe se dibuja una ciudad siempre con insomnio que ya raquítica en sus parques, sorda en sus callejones muda en las esquinas y ciega sobre los andadores, dejada e intacta al paso del tiempo la moral no solo está en los habitantes sino también en los edificios.

 

¿Quién puede amar? ¿A quién? le darán ganas de entregarse plenamente y perderse en el sueño como gatos sobre tejados en la utopía Parisina, c’est la mort, ou la morte…

 

En qué lugar o rincón estarán refugiados lo amorosos, faroles que parecen cansados no lo hablan lo gritan en su tintineo ya incesante, los muros caídos quizás por la carga de ver el arte dormido les preocupa el arte les duele el arte, coladeras destapadas provocan el escape de un espectro de serpiente que tras la luna llena toma asiento y se perpetúa como el señor dador de vida de la urbe ya cansada.

 

Nómadas canciones buscan algún hueco, hueco echo llanto, llanto echo ruido, ruido echo cuerpo. Aquí nadie puede salvarse pues esta urbe se ha encargado de disfrazarse de mentira para poder alcanzar sus fines, hipócrita impone los deberes cotidianos, pobre calabozo de aire, infierno de flores, pecera empañada…

 

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