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Un estudio europeo muestra que los residuos generados por el hombre alcanzan zonas remotas del océano muy alejadas de la costa y hasta a 4.500 metros de profundidad.
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Los animales los confunden con alimentos o quedan atrapados en las redes
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Encontraron plásticos, redes de pescar, vidrio, latas, cartones, cerámica y hasta un váter.
La basura generada por el hombre ha llegado ya a los rincones más remotos de la Tierra. Incluso en el fondo del océano, a profundidades de hasta 4.500 metros, y en zonas muy alejadas de la costa (a 3.000 kilómetros de distancia), un equipo europeo de científicos ha encontrado todo tipo de residuos. Desde plásticos a redes de pescar pasando por botellas, latas de conserva, prendas de vestir, cartones y todo tipo de objetos, como un vater de cerámica.
El impacto ambiental provocado por las grandes cantidades de basura generadas por el hombre es de sobra conocido, pues hay zonas tanto en la superficie terrestre como en el océano que se han convertido en auténticos vertederos. Sin embargo, esta investigación demuestra, por un lado, que los residuos han alcanzado zonas muy remotas que apenas han sido exploradas, y por otra, que este problema es generalizado, pues los científicos han tomado muestras en numerosos puntos del Mediterráneo, el Atlántico y el Ártico.
Para realizar este estudio, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Ciencias del Mar, se recogieron un total de 600 muestras en 32 lugares a lo largo de diez años. Las profundidades a las que se recogieron las muestras oscilaron entre los 35 metros del Golfo de León (en Francia) y los 4.500 metros en el cañón de Cascais, en Portugal.
Según advierten los científicos en su trabajo publicado en la revista PLOS ONE, la acumulación de basura en el mar supone una amenaza para numerosas especies animales. Desde hace años se ha documentado cómo aves y tortugas mueren atragantadas o intoxicadas al confundir estos residuos que flotan en la superficie del mar con comida. Algunas mueren por malnutrición, pues sus estómagos quedan obstruidos al ingerir plásticos.
Este nuevo trabajo demuestra que son muchas más las especies afectadas por la basura: «Los restos de plásticos llegan también al fondo del océano. Se van rompiendo y degradando de modo que a grandes profundidades hay trozos pequeños de plástico que son consumidos por pequeños crustáceos o peces«, explica por teléfono desde Barcelona Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias de Mar (CSIC) y coautor de este estudio, en el que también ha participado su colega Eva Ramírez-Llodra.
De momento, señala el científico, se desconoce si estos microplásticos consumidos por peces y crustáceos pueden llegar a pasar a la cadena trófica y tener consecuencias para la salud humana, por lo que están empezando a estudiar estas cuestiones.
Asimismo, en ocasiones, como se ve en la fotografía, los crustáceos o los peces quedan atrapados en las redes que quedan abandonadas en el fondo del océano hasta que mueren, lo que se denomina «pesca fantasma».
La era del plástico
De toda la basura recogida en los 600 muestreos realizados por las 15 instituciones europeas que participan en este trabajo, el 40% era plástico y el 34% lo conformaban redes y utensilios de pesca. El resto era vidrio, metal, madera, papel, ropa, vasijas o materiales diversos. «Estamos en la era del plástico, que está presente en todos los sedimentos del planeta», señala Company.
Para comprobar si había basura en las aguas estudiadas, los investigadores utilizaban redes de arrastre o vehículos robóticos submarinos (no tripulados) ROV. En España se tomaron muestras en la costa de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares. En el cañón submarino de Blanes (Barcelona), con una profundidad de unos 2.200 metros, encontraron una gran acumulación de residuos.
A bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, del CSIC, recorrieron la ruta entre Barcelona y Creta, pasando y pescando por Baleares y el sur de Italia: «En todas partes encontrábamos basura», recuerda.
Hallaron mucho plástico y también multitud de objetos, algunos curiosos como un váter de cerámica o un bote salvavidas de un avión militar estadounidense guardado en una gran caja metálica. En aguas griegas encontraron también ánforas de cerámica antiguas, que fueron entregadas a las autoridades.
También rescataron gran cantidad de residuos del carbón quemado (en inglés, clinker) generados por los barcos de vapor desde el inicio de la era industrial hasta hace un siglo aproximadamente: «La ruta entre Barcelona y Marsella, por ejemplo, era muy transitada. Cuando se quemaba el carbón se convertía en una especie de piedras, que eran lanzadas por la borda», explica.
Según detallan los científicos, buena parte de la basura llega al mar a través de los ríos. Tras pasar por la plataforma continental, va descendiendo por el talud continental y se acumula en las zonas de menor pendiente. Los cañones submarinos, con profundidades de hasta 4.500 metros, son la principal conexión entre las aguas costeras y el mar profundo.
«Este estudio demuestra que la basura humana está presente en todos los hábitats marinos, desde las playas a los lugares más remotos y a las zonas más profundas. La mayor parte de las áreas profundas del mar siguen sin ser exploradas por los humanos. Las nuestras fueron las primeras visitas que se hicieron a muchos de estos lugares, y nos quedamos conmocionados al descubrir que nuestra basura había llegado antes que nosotros», ha declarado Kerry Howell, coautor del artículo, en una nota de prensa de la Universidad Plymouth, en Reino Unido.
Los investigadores esperan que su trabajo sirva para concienciar a la población sobre la necesidad de emprender acciones para evitar la acumulación de basura en los entornos marinos. «Si tenemos un bosque, una playa o una plaza llena de basura, puedes ir a limpiarlas. Pero cuando llega al mar, a profundidades de más de 1.000 metros, nadie va a ir a hacerlo. Ahí se queda y sigue acumulándose. La única solución que hay es evitar que llegue al mar. No podemos permitirnos seguir acumulando basura allí», advierte Company.
Fuente: elmundo.es